.
No se puede saludar si uno se está yendo,
No se puede saludar si uno se está yendo,
lo intenté anteayer,
mis tripas te abrazaron como mis ojos
y del intercambio quedó una espera interrumpida
por una ausencia espontánea.
Como cuando se te pierde un chihuahua de vista
los dos
el chihuahua y tú
sufren un micro-infarto simultaneo que no se diagnostica
porque no hay elecrocardiógrafos a la mano.
Aplasto mi nariz con mi puño,
tiro de los tres pelos que brotan de mi barbilla,
recién graduados,
y el golpeteo compulsivo de mi mano cesa al recordar
el tema del que escribo.
No se puede saludar cuando se va de salida,
hace dos días lo intenté contigo
mientras la estupidez alcohólica consumía
a mi estupidez natural.
Me presenté de manera bestial,
aunque borrosa,
pero con la certeza que nunca tengo.
Después de conocerte como por doce segundos
encontré tus dudas enraizadas y confluentes,
yo diría que en amasiato,
con algunas de las mías.
- “Inmoviliza mi brazo adolorido
porque no sé si me lo chingué borracho
o si se chingó solito”.
Me volteaste a ver pretendiendo conocerme,
saber de mi
y de mi brazo
y de sus madrazos,
y en un afán de yo no sé que cosa,
le diste un jalón como hacia tu boca.
La anestesia hizo su parte hacia los dos lados,
reducción cerrada de mi fractura múltiple,
con un poco de edema
sin sangrado residual
sin compromiso vascular.
Paso mi mano derecha por mi cabello
encuentro a mi ojo izquierdo
giñando repetitiva y rápidamente,
como acalambrándose
justo antes de volver al tema.
Traté de saludarla de verdad,
como cuando uno trata de salvar la vida
manoteando mientras te ahogas
en agua templada y tranquila.
Traté como cuando traes un chingo de hambre en el recreo
y andas pidiendo un sándwich
y te lo dan
y se te cae al lodo tras una pinche mordida.
Traté de saludarla pero
ya era bien tarde
y me fui
por un pánico idiota
que me brotó de pronto
al recordar que mi seguro médico
expiraba en diez días.
Traté de saludarla